Roca: combinación de liberalismo económico y nacionalismo político
Rosendo Fraga
16 de octubre de 2024
El general Julio A. Roca es, en la
Generación del 80, quien mejor encarna la conjunción de liberalismo y
nacionalismo que generó un cuarto de siglo de estabilidad institucional y
expansión económica.
El lema “Paz y Administración” que
Roca eligió para sus gobiernos expresa claramente el liberalismo que implementó
y que fue clave para el desarrollo económico que llevó a la Argentina, a
principios del siglo XX, a ser el país más desarrollado de América Latina. Este
lema implicaba que la acción del Estado debía limitarse a garantizar las
condiciones que necesitaban inversores y productores para desarrollarse con
éxito. El modelo buscaba la inversión extranjera para acelerar el desarrollo y
construir la infraestructura necesaria para ello. Se generaron las condiciones
para atraer los capitales ingleses, que respondieron positivamente y
construyeron la mayor parte de la red ferroviaria del país, indispensable para
transportar más eficientemente los productos agropecuarios que se exportaban.
Las dos presidencias de Roca, la
primera de 1880 a 1886 y la segunda de 1898 a 1904, confirmaron esta
orientación exitosa para el exitoso desarrollo económico del país.
Pero al mismo tiempo puso énfasis en
el nacionalismo. La mayor evidencia de ello es la ocupación del territorio
nacional. Como ministro de Guerra del presidente Avellaneda, condujo la campaña
que permitió al Estado nacional extender su soberanía efectiva a casi la mitad
de la provincia de Buenos Aires y el sur de Córdoba, Santa Fe y Mendoza,
entonces dominadas por las tribus indígenas.
En su primera presidencia extiende
esta ocupación a toda la Patagonia hasta Tierra del Fuego, y al nordeste del
país, concretamente a las actuales provincias de Chaco, Formosa y Misiones, y
el este de Salta y Santiago del Estero. En 1885 formaliza el reclamo a Gran
Bretaña por la soberanía argentina de las Islas Malvinas. Esta actitud
diplomática que inició entonces se mantuvo inalterable todos los años hasta el
día de hoy. La sanción de la ley de educación pública, gratuita y obligatoria
de 1885 es el instrumento para integrar a la Nación a los sectores iletrados de
la sociedad, incluidos los indígenas.
En su segunda presidencia genera un
hecho singular para la época: instala la presencia soberana argentina en la
Antártida, que es el primer país en tener una base en el continente blanco.
Pasarán treinta y cuatro años hasta que un segundo país, el Reino Unido, haga
lo mismo. En este segundo mandato, la mencionada ley que extendió la educación
pública juega un rol decisivo para la nacionalización de los hijos de
inmigrantes, y un rol similar juega la ley de servicio militar obligatorio.
La ocupación territorial es una
manifestación clave del ejercicio de soberanía y Roca lo entendió así. Pero además, el
nacionalismo en lo simbólico tiene en su acción múltiples manifestaciones. En
la segunda presidencia recrea el Regimiento de Granaderos a Caballo, un símbolo
vivo de la tradición que sigue presente en nuestros días, como se puso en
evidencia el reciente 17 de agosto de 2024, en la conmemoración de la muerte
del general José de San Martín. También en ese periodo presidencial se ejecutó
por primera vez la Marcha de San Lorenzo.
En la política exterior Roca supo
defender con éxito los derechos argentinos en los conflictos limítrofes con
Chile, iniciando al mismo tiempo una política de cooperación con Brasil.
En síntesis, Roca supo hacer tanto
en lo político como en lo militar, una exitosa combinación de liberalismo en lo
económico y nacionalismo en lo político, fenómeno extraño para la Argentina de
las últimas décadas, pero que se va extendiendo en Occidente en las primeras
del siglo XXI.