La frase de época, Fenómeno Barrial, nació para desafiar el cabotajismo. El concepto comenzó cuando alguien osó subestimar un proyecto político en ciernes, nada menos que la gestación de Milei. Y fue reapropiado por el mofado para ridiculizar su denostación por irrelevancia. La supuesta irrelevancia que demostró no ser tal.
Con el correr de los meses se convirtió en un grito de guerra. Que desafía una de las espadas de Damocles que se cierne sobre nuestra sufrida argentinidad: la teoría de la irrelevancia estratégica. Argentina no fue, no es y nunca será un país irrelevante, salvo que quiera serlo – y que siga mordiéndose la cola en la politiquería ombliguista de la cual peca, hace décadas.
La geopolítica es una construcción, una práctica y una decisión. Jugar también lo es.
A un año de asumir, Milei se conviritó es un "super" presidente, que hace política nacional - vino a hacer lo que prometió en campaña, y mantiene o incluso refuerza su popularidad -, y sabe hacer política internacional. El loco, il pazzo, como se lo nombra en los medios italianos, los cuales, desde el pasado viernes en particular, han dedicado programas de televisión y tinta en la stampa para hablar de este presidente "excéntrico pero valiente", el único capaz de estar sacando a flote a la Argentina . El caro amico de Giorgia Meloni, la Primer Ministro italiana nombrada por la revista POLITICO como "la persona más poderosa de Europa", el también amigo de un Donald Trump recargado que en un mes asumirá de nuevo la presidencia de los Estados Unidos, y con ello, la camaradería con nada más, ni nada menos que Elon Musk, entre otros; lazos que le sirven a este underdog global para posicionar a la Argentina en el mundo.
Fenómeno Barrial, como sinónimo de reivindicación, es el nombre ideal para bautizar al capítulo internacional del proyecto Primero Argentina. Desde estas páginas vamos a pensar lo político y lo internacional a partir de la premisa de que Argentina es un país importante en el mundo, y que, como tal, tiene estilo, voz e intereses esparcidos por todas las geografías. Hay una forma argentina de pensar el mundo. Los vínculos comerciales con Europa y los Estados Unidos son parte de nuestra identidad cultural, así como nuestra relación con África, Medio Oriente o América Latina hacen a nuestro rol de potencia intermedia y atlántica. Nuestra época - el mundo que le tocó a Milei para gobernar la Argentina - pone en ridículo la tesis depresiva de la irrelevancia argentina, y requiere un espacio de análisis y reflexión para narrar esta forma argentina ser mundial.