El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos es el hecho más importante de la política actual. El candidato republicano, figura líder de la nueva derecha internacional, llevó adelante una campaña decidida, donde prometió más efectividad y radicalización que en su primer mandato. Una prueba de ello fue la elección de su compañero de fórmula, J.D. Vance. A diferencia de su elección de 2015, Mike Pence, un político republicano de cierto recorrido que podía significar un puente con la dirigencia del partido, esta vez optó por un hombre joven, producto hagovero, y más extremo que él. En su primera elección, Trump aún era un outsider novedoso al frente del Partido Republicano; esta vez, vuelve Trump como líder indiscutido de su partido – que se posiciona en el Senado, tomando la mayoría de los escaños después de 4 años - y del movimiento trumpista, nacionalista, proteccionista, occidentalista, judeocristiano y decidido a dar una batalla cultural mundial.
El significado de este nuevo Trump no se agota en un aislacionismo estadounidense defensivo contra el globalismo exterior. Esta vez hay algo más: este segundo Trump, aliado a los grandes empresarios tecnológicos - ha nombrado al mismísimo Elon Musk en su primer discurso como presidente electo de los Estados Unidos - viene a conquistar un Occidente, definido por valores y aspiraciones, e imponerlo ante sus contendientes geoeconómicos. Las consecuencias geopolíticas que se esperan del segundo trumpismo serán revolucionarias: se acaba la guerra en Ucrania, se revisa la Alianza Atlántica, y Estados Unidos acelera una competencia geostratégica con China, que esta vez tendrá alcance planetario. La nostalgia del retorno a la “Gran América” se combina, en esta segunda década del siglo, con un nuevo orden mundial, multipolar, con nuevas potencias desde el “Sur Global”, y con una Europa en claro retroceso en términos de innovación, producción, y en defensa.
Ya no hay margen para tibios, y Argentina ya decidió: puso a uno de los pocos amigos internacionales de Trump en el sillón de Rivadavia, y eso significa teléfono rojo y más. La presidencia de Milei recibe el mayor espaldarazo imaginable, e Iberoamérica se agarra para un Estados Unidos que será implacable con todo aquél que se cruce en su camino...
Estas son nuestras primeras impresiones en torno a la elección democrática más revolucionaria en mucho tiempo. Ahora, es momento de cranear. Vamos a tomarnos unos días para procesar las novedades, y en pocos días publicaremos en Primero Argentina un dossier sobre este fenómeno político y sus implicancias globales. Y como corresponde, con una mirada centrada en nuestro interés nacional.